5 formas de desarrollar la inteligencia emocional en el aula

inteligencia emocional

(Autora: Celia De la Fuente)

La inteligencia emocional

Como ya te contamos hace unas semanas, existen ocho tipos diferentes de inteligencias. Hoy queremos hablarte de la inteligencia emocional. Al hablar sobre ella, todos tenemos la típica definición en la cabeza: «es la inteligencia que hace referencia a la capacidad de los seres humanos de expresar sus emociones y sentimientos, al mismo tiempo que son capaces de reconocer y respetar a los demás». Pero, ¿sabemos realmente lo que es? Queremos ayudarte a entender la inteligencia emocional con algunos ejemplos.

Ejemplos de inteligencia emocional

Aquí te dejamos tres sencillos ejemplos de inteligencia emocional para que sepas reconocerla. 

  1. Valorar los éxitos de los demás sin compararnos con ellos, hace que seamos inteligentes a nivel emocional. Por ejemplo, si tu compañero saca mejor nota que tú en el examen, no debes compararte, cada uno somos de una manera.
  2. Aceptar que hemos hecho algo mal, identificando nuestro error y proponiendo soluciones para que no vuelva a ocurrir. En la vida, de todo se aprende. 
  3. No generalizar los sentimientos, cada persona tiene una forma de ser y sus propias experiencias personales. 

Esperamos que con estos ejemplos hayas entendido un poco mejor qué es la inteligencia emocional, ¡seguro que sí!

5 maneras de desarrollar la inteligencia emocional 

A continuación, os ofrecemos 5 consejos para entrenar y mejorar vuestra inteligencia emocional, ¡vamos a ello!

  • La autoconciencia. Identificar nuestras emociones y sentimientos es el primer paso para mejorar nuestra inteligencia emocional. Asimismo, debemos ser conscientes y analizar qué nos provoca ese sentimiento o emoción y si nos afecta positiva o negativamente. Si al principio no conseguimos identificarlo, no te preocupes, hay que seguir trabajando en ello.

Una buena técnica es preguntarles a los estudiantes cómo se sienten al comienzo o al final de las clases y que identifiquen el porqué.

  • El autocontrol. No podemos permitir que las emociones negativas se apoderen de nosotros mismos. Mantener la calma y la tranquilidad en momentos difíciles nos convertirá en personas mucho más inteligentes a nivel emocional.

Para ello, podemos trabajar técnicas de relajación con el alumnado, enseñarles el típico «contar hasta diez» antes de responder de forma impulsiva…

  • No juzgar cómo te sientes. No hay que dejar a un lado las emociones negativas por el simple hecho de que nos hagan sentir mal, ya que todas las emociones  nos están informando de algo. El miedo, el enfado o la tristeza son emociones igual de válidas que la alegría, la admiración o la simpatía. Por ejemplo, cuando tenemos miedo, nos damos cuenta de que no tenemos los recursos suficientes para hacer frente a una situación determinada. Asimismo, si estamos enfadados es porque consideramos que algo negativo va a suceder o ha sucedido de acuerdo con nuestros intereses personales. Y la tristeza, nos permite protegernos a nosotros mismos a la vez que nos hace más fuertes.

Esta es una manera compleja que incluso a los adultos nos cuesta llegar a desarrollar. Por eso es tan importante enseñarles desde jóvenes a aceptar sus emociones para que estas no sean capaces de hacerles daño. Un buen método es el mindfulness, que te propone ser consciente de tus emociones y no clasificarlas en positivo o negativo. Simplemente, saber que están ahí y hay que trabajarlas de algún modo.

  • Ten empatía. Seguro que alguna vez has escuchado eso de: “no hagas a los demás, lo que no te gustaría que te hiciesen a ti”. Pues bien, esta frase no puede ser más acertada para el tema que nos ocupa. Debemos pensar en los demás y en cómo se sentirá la otra persona si tenemos una determinada actitud o si hacemos algo en concreto, respetando sus sentimientos y puntos de vista.

La manera más fácil de poder ayudarles a desarrollar su empatía es preguntarles cómo creen que se sentirían si les hubiese ocurrido a ellos X situación. El famoso «ponerse en los zapatos del otro».

  • Comunicar tus emociones de forma asertiva. Una vez que sabemos poner nombre a nuestras emociones, no podemos olvidarnos de comunicarlas a los demás. Identificar nuestra emoción, y expresar lo que la provoca, sin juzgar al resto, hará que nos sintamos mejor y trabajemos la inteligencia emocional.

Después del gran trabajo que supone reconocer tus emociones y aceptarlas, la mejor manera de que no se enquisten los malos sentimientos es contándolos. «Me siento así por esto, esto y esto». Sin culparte, sin culpar a los demás, solo expresándote.

¿Sabías lo importante que es este tipo de inteligencia? ¿Consideras que eres una persona inteligente a nivel emocional? Seguro que todos tenemos más desarrolladas unas inteligencias que otras… ¡Cuéntanos cuál es la tuya!

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