¿Cerrar el curso con optimismo? Este curso que está finalizando ha sido, al igual que el anterior, un desafío en muchos sentidos.
Como hemos podido constatar a través de los distintos periodos históricos y culturales que han marcado un hito en nuestras memorias, son estos los momentos donde las circunstancias nos llevan a reconocer fortalezas y recursos personales internos que han estado ahí, y que en momentos de crisis surgen para ser utilizados. Son estas experiencias las que nos hacen crecer y que nos transforman para bien cuando fluimos con ellas.
¿Qué hemos aprendido durante este periodo y confinamiento? ¿Qué recursos hemos identificado en nosotros durante todos estos meses?
Desde esta mirada positiva y alentadora, quizá que somos más flexibles tras habernos enfrentado a nuestros miedos y a la incertidumbre en una sociedad poco habituada a hacerlo.
Se acaba un curso marcado como el anterior por una enfermedad, la COVID-19, que tanto ha alterado nuestras vidas. No obstante, respecto al curso anterior, hay una gran diferencia. La vuelta a la normalidad anterior tardará más o menos tiempo en regresar, pero lo hará y la enfermedad desaparecerá o permanecerá en casos muy aislados.
Actividades para realizar en el aula y acabar el curso con optimismo
Pues bien, para cerrar el curso, y extraer aprendizajes de todo lo vivido, se podría plantear a los alumnos y las alumnas a través de debates o de lluvias de ideas, que identifiquen qué lecciones para la vida han extraído, qué han sacado de positivo, y qué recursos han aflorado en ellos que sean capaces de reconocer como útiles para su futuro. Los docentes, por nuestro lado, deberíamos valorar aquello que hemos hecho bien e identificar lo que deberíamos mejorar si la situación vivida se extiende o de cara a un futuro que requiere recursos innovadores, creativos y digitales.
Algo evidente es que la tecnología ha crecido exponencialmente. No debemos temerla, sino abrazarla con los cambios que implica, porque nos ayuda y nos hace mucho más cómodo el trabajo. Prueba de ello son los manuales escolares actuales, con infinidad de recursos con disponibilidad de uso telemático (actividades variadas, vídeos, animaciones 3D, lecciones digitales…), que se adaptan a esta nueva generación de chicos y chicas ávidos de recursos audiovisuales e interactivos que les permitan acercarse ellos mismos a sus experiencias de aprendizaje.
La vuelta a clase en septiembre será más fácil que doce meses antes y, a lo largo del curso, la situación sanitaria y la del día a día irán mejorando y normalizándose con todo lo que conlleva. Este año la vacunación nos permite encarar el futuro con más optimismo.
Es cierto que el rendimiento académico en estos dos años se ha resentido, pero el posible retraso tomado, debería poderse anular con el tiempo sin mayores consecuencias. Quizá es más importante que los niños y las niñas vuelvan a jugar juntos y relacionarse como solían, sin mascarillas, que los adolescentes puedan también actuar e interactuar con sus semejantes como corresponde a su desarrollo físico y emocional, sin temor a contagiarse ni a contagiar a sus mayores. En definitiva, lo que se atisba es una vuelta al fluir normal de la vida. Y esto sí que es un motivo para la esperanza y, por esto mismo, debemos cerrar el curso con optimismo.
La humanidad ha sido capaz una vez más de mostrar su mejor rostro y su capacidad para superar los retos dificilísimos que encuentra en su camino. Esto no debe hacernos olvidar los otros muchos que quedan pendientes, pero que, si trabajamos unidos y con intereses compartidos, con generosidad, se podrán superar. Solo por esto merece la pena empezar con ánimos el nuevo curso. El futuro de la humanidad se oculta tal vez en algunas de las aulas más alejadas de los grandes centros de investigación y tecnológicos del planeta, en algún lugar recóndito. Pero ese futuro está ahí y se manifestará.